Ya me parece escuchar a Chávez anunciando la compra de más armas. Y es que nunca antes el presidente había tenido tan buenos argumentos para justificar más gastos de este tipo como los que le ha otorgado el conflicto suscitado en la cárcel de El Rodeo. Por más de 10 días, la Guardia Nacional no ha sido capaz de controlar una población recluida en un recinto supuestamente resguardo por ella misma, ni aún haciendo uso de tanquetas, helicópteros y demás equipos pesados, en una batalla que ha dejado prácticamente las instalaciones destruidas, a juzgar por algunas imágenes.
En este momento, donde los rumores y las especulaciones están a la orden del día, pudiéramos pensar en varios motivos por los cuales los reos parecen ganarle la batalla a la Guardia Nacional:
a) El conflicto no es cierto y el país sigue adelante con “excesiva normalidad”. Todo esto no pasa de ser un intento más de la “canalla mediática” por desestabilizar el país, aprovechando la ausencia del presidente. Y es que el presidente, conociendo bien quiénes lo rodean, prefirió no dejar suplente, no vaya a ser que al regresar consiga que fue inhabilitado, aunque el “inhabilitador” de oficio ya este rindiendo cuentas a su jefe supremo. No es que preocupe mucho la ausencia física del presidente, pues éste no deja de ser un turista en su propio país. Total, siendo que él gobierna a través de la televisión, eso lo puede hacer incluso desde Cuba, con la seguridad de que la dormida oposición no levantará un dedo en contra y de que los oficialistas dirán amén, sin leer la constitución. No, lo que preocupa es la ausencia de la voz del presidente, especialmente en momentos tan difíciles.
b) La tan cacareada invasión norteamericana se hizo por fin efectiva y los gringos, sabiendo que las cárceles venezolanas cuentan con reclusos mejor armados que el propio gobierno, están aprovechando las armas que con tanto sacrificio ha comprado el país para atacarlo. Sacrificio en términos de casas no construidas, escuelas y hospitales no dotados, carreteras no pavimentadas y ni pensar en construir una nueva. Y es que los del norte aprendieron de los talibanes el arte de atacar a un país con sus propios recursos: aquellos utilizaban los aviones norteamericanos, estos utilizan presos y armas venezolanas.
c) El conflicto es cierto, pero la guardia nacional no está equipada para hacerles frente. Y las razones por las cuales no está equipada pueden ser varias. De entrada, pudiera pensarse que la compra de armas nunca se hizo efectiva. Y no podemos hablar de la “supuesta compra”, pues el propio presidente ha hecho anuncios de adquisiciones de este tipo en reiteradas oportunidades. Pudiera pensarse que las armas no fueron entregadas al país, al menos en su totalidad, a cambio de los pagos efectuados, o que las mismas se encuentran resguardadas en algunos contenedores en algún puerto del país, con la seguridad de que la obsolescencia de las mismas (parte de la cual ya traen de origen) les hará ganar el calificativo de “no conforme”, como ocurriera con los alimentos, mucho más perecederos, con los que se genera la necesidad de comprar aún más. Y si las armas fueron compradas, cabe pensar que la Guardia Nacional nunca las recibió pues éstas fueron a parar a manos de las guerrillas que deberán apoyar al gobierno en caso de un ataque, o fueron donadas a algún presidente vividor…, perdón, amigo del nuestro.
d) Por último, pudiera pensarse que el espíritu del capitalismo salvaje se apoderó de los guardias (no todos, por supuesto), quienes viendo en los reos un mercado literalmente cautivo, ávido de armas, decidió explotar al máximo esta oportunidad vendiéndoles hasta los fuegos artificiales que le sobraron de la navidad pasada. De allí la orden del director del penal de suspender las requisas. Lo que no se detuvieron a pensar es en cómo iban a hacer para seguir achacándole la culpa de la entrada de armas al penal a las pobres mujeres que sufren cualquier humillación con tal de poder visitar a sus seres queridos en esos centros de adiestramiento criminal que constituyen las cárceles del país. Los chuzos son cosas del pasado. La tecnología ya llegó a las cárceles, donde parece que el menos tiene, tiene un Kalashnikov. Tampoco se detuvieron a pensar que el efecto de esta venta se les devolvería como un boomerang, pues al fin y al cabo le estaban literalmente entregando armas al bando contrario.
Todo esto no es en vano. Con ello hemos ganado una nueva arma para combatir al enemigo cuando venga a atacar la soberanía venezolana, de ser cierto eso de que vienen: les mostraremos cómo los presos pusieron en jaque a nuestras fuerzas armadas por casi dos semanas. Quedaran tan desconcertados que será fácil acabar con ellos. Tal vez para cuando eso ocurra Chávez nombre un sustituto antes de ir a refugiarse en Cuba, desde donde de nuevo será espectador de los acontecimientos de su propio país, suponiendo que en Venezuela haya electricidad para que las televisoras funcionen. En Cuba, seguramente ese no será un problema gracias a que ahora, Venezuela, es de todos... ellos.