Que
Venezuela tiene la tasa de asesinatos más alta de América Latina (49 por cada
100.000 habitantes versus 33 en Colombia, 23 en Brasil ó 18 en México). Esta
tasa está muy encima de la del Imperio “Malo” (el del Norte) con 19x100.000,
porque la del Imperio “Bueno” (China) no se conoce. Y ni que decir del
9x100.000 de Europa.
Que Venezuela también está de primera en cuanto a impunidad se refiere, pues 93% de los asesinatos cometidos no tienen responsables. Y si esto es para los asesinatos, ni se diga de los secuestros, arrebatones, atracos en plena vía, robos de vehículos, y demás productos endógenos.
Que, a diferencia de lo que muchos creen, esta altísima impunidad no es resultado de la negligencia de este gobierno sino que todo obedece a “movimientos fríamente calculados” pues ni pensar en qué condiciones de hacinamiento estarían las cárceles del país si los responsables de los 140.000 asesinatos cometidos durante la revolución bonita hubiesen sido aprehendidos, imputados y encarcelados.
Que ahora Mérida está a la altura de las grandes ciudades como Caracas, con atracos a mano armada a plena luz del día en semáforos y colas; que ya la ciudad contribuye con, al menos, tres muertes semanales al parte de guerra semanal; que ya ni a la farmacia podemos ir sin correr peligro aunque, ciertamente, ¿para qué ir a una farmacia si no se consiguen medicamentos?
Que los pranes se han apropiado de una gran cuota de poder, y a este gobierno no le gusta la competencia y quiere todo el poder concentrado en uno solo; que tan grande es esta cuota que el propio presidente tuvo que negociar con los pranes el desalojo de La Planta, en prueba fehaciente de que estos grupos tienen más poder y gozan de más afecto que, por ejemplo, las universidades, con las cuales no se negocia nada; que los pranes están protegidos por la guardia, mientras que nosotros estamos en la calle a merced del hampa; que esto de los pranes parece ser el mejor negocio (después de los acuerdos de China con Venezuela; no confundir con los de Venezuela con China) pues controlan traslados, decisiones judiciales, secuestros y otros crímenes, drogas, nombramientos en tribunales, “protección a otros presos”, etc., negocio éste que algunos estiman genere entre BsF 10.000 a 200.000 al mes, según sea el tamaño de la cárcel y la competencia interna.
Proponer la eliminación de las cárceles del país pues, total, los criminales, como ya se dijo antes, andan sueltos y algunos hasta ocupan cargos públicos o salen corriendo del país después de haberlos ocupado.
Proponer que el gobierno empiece de una vez a pagar el salario mínimo ofrecido a los ex-presos que así lo merezcan, vale decir a los que tenían empleo en la cárcel (pranes, luceros y afines). Este sueldo será necesario puesto estos ex-reclusos perderán el ingreso que devengaban en la cárcel a través de su actividad ilícita. A los ex-reclusos que no eran pranes ni luceros, se recomienda no pagarles el salario mínimo prometido, pues ellos también se verán beneficiados al no tener sus familiares que pagar las conocidas protecciones.
Entrenar a los guardias a fin de que se perfeccionen en las actividades “extra-curriculares” que venían ejerciendo, sobre todo ahora que tendrán más tiempo pues ya no habrá cárceles que cuidar. Para los mal pensados, no estoy hablando de actividades como introducir armas y droga en las cárceles o alcahuetear a los pranes. Estoy hablando de la venta de pollo, de leche decomisada, etc, etc.
Los ahorros que se generen por no tener que mantener las cárceles, se recomienda le sean entregados al presidente (como si hiciera falta) para que los destine al mejoramiento de las cárceles en países menos felices que el nuestro y a quienes le viene bien el dicho de que “el dinero no hace la felicidad”, pues con todo y lo que le hemos regalado, aun no aparecen en la lista que nos ubica como el quinto país más feliz del mundo.
Nombrar a la actual ministra de prisiones, ministra de la luz, por aquello del fosforito y las velas, o cuando menos directora de Corpoelec, una vez pierda su cargo al frente de las cárceles. Esto le daría al presidente la oportunidad de crear un nuevo ministerio, para que se una a los otros que él no iba a crear pero allí están.
Nombrar a los pranes encargados de asuntos chinos, a ver si al menos ellos logran hacer un negocio con China que beneficie a Venezuela y no sólo a ese Imperio Bueno, pero imperio al fin.
Estudiar la posibilidad de extender esta medida a la policía, toda vez que ésta brilla por su ausencia en Mérida, siempre que al gobernador así lo requiera, pero ese brillo igual no sirve para iluminar las oscuras calles y avenidas.
Someter esta propuesta al voto popular para que los que miden la democracia en términos de visitas a las urnas se sientan muy participativos. Siempre hablando de urnas, se propone deflactar el índice de felicidad que nos puso de quintos por el número de urnas, pero de las que se ponen bajo tierra.
Que Venezuela también está de primera en cuanto a impunidad se refiere, pues 93% de los asesinatos cometidos no tienen responsables. Y si esto es para los asesinatos, ni se diga de los secuestros, arrebatones, atracos en plena vía, robos de vehículos, y demás productos endógenos.
Que, a diferencia de lo que muchos creen, esta altísima impunidad no es resultado de la negligencia de este gobierno sino que todo obedece a “movimientos fríamente calculados” pues ni pensar en qué condiciones de hacinamiento estarían las cárceles del país si los responsables de los 140.000 asesinatos cometidos durante la revolución bonita hubiesen sido aprehendidos, imputados y encarcelados.
Que ahora Mérida está a la altura de las grandes ciudades como Caracas, con atracos a mano armada a plena luz del día en semáforos y colas; que ya la ciudad contribuye con, al menos, tres muertes semanales al parte de guerra semanal; que ya ni a la farmacia podemos ir sin correr peligro aunque, ciertamente, ¿para qué ir a una farmacia si no se consiguen medicamentos?
Que los pranes se han apropiado de una gran cuota de poder, y a este gobierno no le gusta la competencia y quiere todo el poder concentrado en uno solo; que tan grande es esta cuota que el propio presidente tuvo que negociar con los pranes el desalojo de La Planta, en prueba fehaciente de que estos grupos tienen más poder y gozan de más afecto que, por ejemplo, las universidades, con las cuales no se negocia nada; que los pranes están protegidos por la guardia, mientras que nosotros estamos en la calle a merced del hampa; que esto de los pranes parece ser el mejor negocio (después de los acuerdos de China con Venezuela; no confundir con los de Venezuela con China) pues controlan traslados, decisiones judiciales, secuestros y otros crímenes, drogas, nombramientos en tribunales, “protección a otros presos”, etc., negocio éste que algunos estiman genere entre BsF 10.000 a 200.000 al mes, según sea el tamaño de la cárcel y la competencia interna.
SE ACUERDA
Proponer la eliminación de las cárceles del país pues, total, los criminales, como ya se dijo antes, andan sueltos y algunos hasta ocupan cargos públicos o salen corriendo del país después de haberlos ocupado.
Proponer que el gobierno empiece de una vez a pagar el salario mínimo ofrecido a los ex-presos que así lo merezcan, vale decir a los que tenían empleo en la cárcel (pranes, luceros y afines). Este sueldo será necesario puesto estos ex-reclusos perderán el ingreso que devengaban en la cárcel a través de su actividad ilícita. A los ex-reclusos que no eran pranes ni luceros, se recomienda no pagarles el salario mínimo prometido, pues ellos también se verán beneficiados al no tener sus familiares que pagar las conocidas protecciones.
Entrenar a los guardias a fin de que se perfeccionen en las actividades “extra-curriculares” que venían ejerciendo, sobre todo ahora que tendrán más tiempo pues ya no habrá cárceles que cuidar. Para los mal pensados, no estoy hablando de actividades como introducir armas y droga en las cárceles o alcahuetear a los pranes. Estoy hablando de la venta de pollo, de leche decomisada, etc, etc.
Los ahorros que se generen por no tener que mantener las cárceles, se recomienda le sean entregados al presidente (como si hiciera falta) para que los destine al mejoramiento de las cárceles en países menos felices que el nuestro y a quienes le viene bien el dicho de que “el dinero no hace la felicidad”, pues con todo y lo que le hemos regalado, aun no aparecen en la lista que nos ubica como el quinto país más feliz del mundo.
Nombrar a la actual ministra de prisiones, ministra de la luz, por aquello del fosforito y las velas, o cuando menos directora de Corpoelec, una vez pierda su cargo al frente de las cárceles. Esto le daría al presidente la oportunidad de crear un nuevo ministerio, para que se una a los otros que él no iba a crear pero allí están.
Nombrar a los pranes encargados de asuntos chinos, a ver si al menos ellos logran hacer un negocio con China que beneficie a Venezuela y no sólo a ese Imperio Bueno, pero imperio al fin.
Estudiar la posibilidad de extender esta medida a la policía, toda vez que ésta brilla por su ausencia en Mérida, siempre que al gobernador así lo requiera, pero ese brillo igual no sirve para iluminar las oscuras calles y avenidas.
Someter esta propuesta al voto popular para que los que miden la democracia en términos de visitas a las urnas se sientan muy participativos. Siempre hablando de urnas, se propone deflactar el índice de felicidad que nos puso de quintos por el número de urnas, pero de las que se ponen bajo tierra.