Siempre me han
llamado la atención las vallas publicitarias, incluso antes de que la
revolución me las hiciera ver como instrumento de “política económica”, en
ausencia de una verdadera. Y es que, a mi entender, las vallas brindan
información en muchos campos, razón por la cual me fijo en ellas siempre que
tengo la oportunidad de visitar algún lugar, incluido mi país, Venezuela.
La principal
información es, por supuesto, comercial. Estos grandes carteles permiten ver
qué productos, servicios y atractivos turísticos destacan en el mercado o intentan entrar a él. Y algunas resultan
supremamente ingeniosas y dignas de elogio. ¡Qué sería de Estados Unidos sin
estos inmensos carteles apostados a lo largo de sus autopistas y carreteras!!
Al igual que los árboles, las vallas deben competir entre sí por algo de la
“luz” que le brinda nuestra mirada por lo que, ante las normas que rigen su
tamaño y ubicación, recurren a la inventiva y a la originalidad. Pero no crean
que solo en un país capitalista por excelencia florecen estos avisos.
Países “intermedios” como Italia, Francia y España también recurren a esta
estrategia de publicidad, con el reto adicional de no interponerse entre el ojo
del visitante y la historia, no vaya ello a generar predisposición en su
contra. E incluso al otro extremo de la línea ideológica, China no solo
abarrota sus calles y carreteras con avisos de marcas mundiales y propias, sino
que además los ilumina hasta el hartazgo.
Dependiendo del
lugar y del momento, las vallas pueden además cumplir otras funciones. A raíz
de los ataques terroristas del 11 de septiembre, los avisos con emblemas de “united
we stand” fueron uno de los instrumentos utilizados para levantar la moral del
americano y su envidiable espíritu patriótico. Italia los utiliza para combatir
la piratería; México intenta mostrar en ellas sus esfuerzos de lucha contra el
narcotráfico, por si acaso alguien los pone en duda, mientras que Colombia busca
educar al conductor, pidiéndole que no se convierta en una estrella negra en el
pavimento. Y por supuesto está la política. ¡Ah la política! ¡Qué sería de las
campañas electorales sin este instrumento!
En general, las vallas tienden
a ser estáticas, pues muestran al país tal como es en ese preciso momento. Pero,
por increíble que parezca, en Venezuela las vallas son dinámicas, no obstante
servir para los mismos propósitos para los que se le usa en otras partes:
mostrar lo que hay. Según una gruesa estadística personal concluyo lo siguiente:
- Cinco de cada
diez vallas son inutilizadas para fines políticos:
a) Anunciar lo que no se hace y que, por ende, no
se ve. Y es que siempre he pensado que las obras, de existir, no necesitan anuncio.
b) Anunciar el miedo del presidente a reconocer que
no cuenta con el apoyo del pueblo; que nunca tuvo el supuesto carisma de su
predecesor; que ya es muy tarde para rescatar el patriotismo que nunca hemos
tenido y que, incluso el eterno, es historia.
c) Anunciar que el gobierno vive en una permanente
campaña electoral, puesto que estos avisos están presentes todo el año, todos
los años, desde hace 17 años. Es decir, es un instrumento ineficiente de continuo
lavado de cerebro, aunque seguramente también se utilizan para otro tipo de
lavado, pues alguien debe estar ganando un dineral con todo lo que el gobierno “invierte”
en ellas y que bien podría tener un destino más loable. Porque necesidades
sociales hay, y muchas!!!
d) Servir de instrumento para hacer catarsis, al
permitir al ciudadano de a pie expresar sus ideas abiertamente a través de una
pedrada o de una bomba de pintura, sobre todo para los que no tienen acceso a
posiciones estratégicas, no obstante llevar varios mangos en el bolsillo.
- Cuatro
de cada diez vallas son utilizadas para propósitos comerciales:
a) Se utilizan para anunciar lo que hubo, a través
de avisos descoloridos y abandonados, que muestran productos y servicios que
hace tiempo desaparecieron y que solo quedan en nuestra memoria y anhelos. Productos que abundaban antes de esta indigestión de patria…
perdida. De allí el carácter dinámico del que les hablaba antes.
b) Se utilizan para anunciar lo que hay: escasez y
abandono. De esas cuatro vallas, tres están vacías, en espera de poder volver a
promocionar productos y servicios. En espera de un futuro que, Dios mediante,
llegará en nuestro tiempo. Porque si bien no hay mal que dure cien años, espero
poder recuperar mi país dentro del tiempo que mi cuerpo, el de mis hijos y mis
nietos, resista.
-Una
de cada diez vallas hace propaganda a las propias vallas publicitarias y a la
empresa encargada de ellas. Esta la quiero ver como una señal de fe. La quiero
ver como una muestra de lo que todos los venezolanos (incluso ellos) estamos esperando y sabemos que vendrá: tiempos mejores.