A raíz de los resultados de las regionales, pensé que una solución muy particular para salir de la pesadilla chavista era conformar una nueva república, la República Independiente de Zumeta, o cualquier combinación que los nombres de los estados Zulia, Mérida y Táchira permita. Esta idea me pareció que contaría con el apoyo del Zulia, estado que en el pasado ya ha hecho ruido al respecto, en serio jugando, e incluso con el del propio Maduro, quien tan vehemente criticó al imperio español por oponerse a las intenciones separatistas de Cataluña.
La república de Zumeta sería nuestra salvación (bueno, la de los que en esos estados vivimos). Contaría con producción petrolera, agricultura y ganadería, turismo, universidades, frontera con Colombia, apertura al mar y otras riquezas que no por no incluirlas en esta lista son menos valiosas. Tendríamos un vecino molesto (Venezuela), pero sus problemas serían de “ellos”, por lo que podríamos comenzar a crear los nuestros, a la par que iríamos resolviendo los que pudiésemos heredar.
Comenzaríamos por crear nuestras nuevas leyes. Quedaría terminantemente prohibido el acceso a todo venezolano de corazón más rojo de lo común y bolsillo verde, más aún si la vestimenta es del mismo color que el bolsillo, a fin de evitar que la semilla del mal se implante de nuevo en el territorio recién creado. Se prohibirían las boinas rojas y las estrellas podrían utilizarse, sólo si no vienen solas y son de cierto color. Se prohibiría la entrada de todo aquél venezolano que, habiendo logrado alcanzar un nivel de vida superior al de sus padres gracias a haber recibido educación y salud gratuitas de calidad desde su niñez, apoyó de manera sistemática la destrucción que retrocedió al país a los años 1950s (por ahora). Con estas prohibiciones básicas, tendríamos un escenario atractivo para la inversión doméstica e internacional, para llevarnos de nuevo al futuro que para otros países ya es pasado y comenzar así, a partir del 2018 a caminar con el tiempo, nunca en su contra.
Pensaba con mucha ilusión que en esta nueva república podría mostrarle a mis nietos cosas sencillas que formaron parte de mi niñez y la de mis hijos y que permiten agregarle calidad de vida incluso al más humilde: sentarse a conversar en una plaza, hacer un picnic en un parque o a la orilla de un río, caminar por un bosque o hundir los pies descalzos en una playa solitaria, jugar una caimanera en una cancha pública, en fin actividades cuyo disfrute no implicaba mayores costos, si alguno, y que entretenían por igual al rico y al pobre, o ambos simultáneamente. También pensaba que en esa nueva república podría volver a estar en mi casa, celebrar cumpleaños en familia con la mesa más o menos llena, según las posibilidades; recuperar los miembros de esta familia de inmigrantes italianos que recientemente han tenido que seguir los pasos de sus abuelos y bisabuelos y que en los últimos años han abandonado la única tierra que conocían para irse a probar fortuna en otras partes (47% de mi familia de sangre se encuentra fuera del país; todos, excepto yo misma, se fueron este año). En fin, recuperar esos pequeños detalles de la vida que han caído en el olvido ante la perentoriedad de conseguir alimentos y medicinas y, literalmente, no morir en el intento.
Las posibilidades de iniciar un movimiento separatista se vinieron abajo con la decisión de los gobernadores de Táchira y Mérida, entre otros, de rebajarse a ser juramentados ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) argumentando pretextos que solo les sirven para justificarse ante su propia conciencia. Escuchando los comentarios de la gobernadora electa del Táchira acerca de cuánto le pidió el pueblo que aceptara esta humillación, no pude sino sentir lástima. Dudo mucho que haya tenido tiempo para hacer la consulta a la que aduce y, ante todo está la dignidad personal, la del cargo y la de la región que representa.
Todos teníamos claro que las elecciones se harían de forma deshonesta por parte de quien pone las normas, antes, durante y después del propio proceso electoral; que el gobierno no le perdonaría a la oposición el tener que desprenderse de algunas gobernaciones para maquillar un poco un proceso fraudulento; sabíamos que se crearían instituciones paralelas, con más recursos que las originales. Era necesario participar, no para hacernos de algunas gobernaciones y quitarle poder al gobierno, sino para obligarlo a hacer trampa y no dejarle el camino abierto. En el proceso, era posible que varias o todas las gobernaciones "ganadas" se perdieran, ya sea con la maquinita de votos de Tibisay & Co, o con artimañas como la juramentación ante un organismo falso como la ANC. Votar o no fue una decisión difícil; cualquier curso de acción encontraría críticas. Supongo que tampoco debe haberles sido fácil ir a la ANC y someterse a ella pero, decía Mae West, entre dos males, siempre hay que escoger el que no se ha probado nunca. Y al gobierno ya se le conoce.
Estos cuatro gobernadores, devenidos en parias mal vistos en ambos lados del espectro político, no tuvieron tiempo suficiente para pensar las consecuencias que su acto de sumisión le acarreará a futuro, más allá de los insultos actuales, la risita de Delcy Rodríguez y el retiro del apoyo político. No puedo imaginarme cómo mirarán a los ojos de los miembros del consejo legislativo que los adversa y que conocen su disposición a arrodillarse, o con qué cara se presentarán ante cualquier otra institución, independientemente de su color político. Deberán repetir el estribillo de estos días donde vayan, en espera de convencer a alguien. Mientras tanto, pueden pasar a formar parte del chavismo, siempre abierto a recibir a cualquier persona con deseos de poder, sin requisitos de conciencia. En ese bando, necesitado de adeptos, parece que los saltos de talanquera se olvidan con rapidez.
El gobierno ha entendido que, si la oposición se reúne y se toma su tiempo para alcanzar decisiones consensuadas, se hace fuerte y logra quitarle terreno al oficialismo, razón por la cual la ha forzado a tomar decisiones en caliente, planteándole encrucijadas que sólo el oficialismo conoce con anticipación. En este preciso momento, mientras nosotros nos sentimos traicionados por la desacertada decisión de estos gobernadores, el gobierno apenas si se toma el tiempo de saborear su victoria (traducida en atomización de la oposición y destrucción de la fe en el voto y en el futuro). En estos momentos, ellos están pensando en la próxima encrucijada a la que enfrentarán a la oposición.
De haber conocido el chavismo, sin duda Cicerón no habría concluido que la ignorancia de los males venideros es más útil que su conocimiento. Sabemos que nos gobiernan cobardes pues, como dicen los árabes, la crueldad es la fuerza de los cobardes. Y tenemos algún que otro árabe en el poder. Hay que aprender a anticipar sus movimientos y hacerles frente con un criterio único. Pero debemos darnos prisa, antes de que nos acostumbremos al mal y aprendamos a convivir con él.
miércoles, 25 de octubre de 2017
lunes, 2 de octubre de 2017
CONEJO CON QUINCHONCHO
Aunque parezca imposible, recientemente se han sucedido algunos
anuncios y actuaciones por parte del gobierno de Nicolás Maduro que resultan doblemente
asombrosos. Lo de doblemente obedece a tanto el contenido de los anuncios como
al hecho de que aún quede espacio para el asombro, no obstante el continuo
ejercicio de idiotez, cinismo e irresponsabilidad al que nos tiene
acostumbrados la revolución.
Por un lado, está el desparpajo con el que los representantes
gubernamentales niegan la crisis en el país, crisis que ya abarca todos los
ámbitos de la vida cotidiana: alimentación, salud, educación, transporte,
comunicación, seguridad, etc. Todos esos ámbitos han sucumbido a la
incompetencia gubernamental, lo que ha hecho que en medio de la riqueza se
multiplique la pobreza. Ya no es posible en esta “potencia” alimentaria
conseguir ni siquiera un kilo de azúcar,
no obstante las varias centrales azucareras del gobierno; una cama donde dar a luz, no obstante la
supuesta socialización de la salud; un bulto de cemento, no obstante ser este un sector de exclusivo control del Estado desde la
expropiación de las cementeras por parte del Destructor Eterno. Tampoco es
posible lograr conectarse por internet o hacer de manera fácil y exitosa una
simple llamada telefónica nacional, no obstante haber lanzado al espacio varios
satélites y ser el gobierno el total controlador del espectro comunicacional.
Difícil también es hacerse de combustible para los vehículos en
esta “potencia energética”, a pesar de que este es un bien cuya producción y
distribución está bajo el poder total y exclusivo del Estado. El contrabando de
extracción hacia Colombia, que ha existido desde el origen mismo de la
actividad petrolera en nuestro país, durante décadas no causó tanto estrago, probablemente
porque las fronteras abiertas no estaban custodiadas por los artífices de dicho
contrabando. ¿No sería justo que las fuerzas armadas le rindieran cuenta al
Estado por su incapacidad y así obligar al retiro de todos los “in-efectivos”
de la frontera? En este ejercicio
diario del caradurismo, ya se asoman otros culpables de efecto instantáneo. El
sólo anuncio de las sanciones de Trump a
funcionarios revolucionarios causó escasez de combustible y alimentos en el
país, al igual que los huracanes del Caribe afectaron las comunicaciones y la distribución
de gasolina sin haber tocado costas
venezolanas. El gas también tiene tiempo siendo un bien escaso, incluso antes
de Trump y María. Esta lista se puede extender a absolutamente cualquier rubro
o servicio, todos con el mismo resultado: baja o nula disponibilidad no
obstante la participación del gobierno en su producción, importación y/o
generación. El cáos total en medio del creciente control.
En este país de riquezas, donde solo en el transcurso del
último año la liquidez monetaria se ha quintuplicado, el gobierno se las ha
ingeniado para que también haya escasez de dinero. De nuevo, el “culpable”
externo apunta hacia Colombia, como si la inmensa demanda en efectivo para el
pago del comercio ilícito en la frontera bajo el amparo de los hombres de verde
no tuviese impacto. Y es que los verdes cobran en efectivo y hacen sus compras
también en efectivo. Según mis cálculos de ya hace más de un año, un sólo caserío cercano a la frontera le generaba para ese entonces a la guardia seis millones de bolívares semanales en vacuna para el ordeño de vehículos. Todo pagado en efectivo.
Ahora el gobierno, en un abierto ejercicio de desprecio hacia
su pueblo, además de ignorancia, propone la cría de conejos para solventar los problemas
de alimentación. Bajo el lema de “los conejos se reproducen como conejos” y “un
conejo no es una mascota sino 2 kilos de carne”, el gobierno nos empuja al
primitivismo de tener que producir en casa nuestro propio sustento, dando al traste
con siglos de división del trabajo y desarrollo económico. Suponiendo la dudosa buena fe del autor de la
política, es de esperar que se haya contemplado alimentar los conejos con el
pasto altamente contaminado que ahora crece en aceras e islas, pues las alcaldías
no tienen con qué hacer mantenimiento, lo que contribuiría con el ornato de la
ciudad. Los concentrados para animales hace tiempo dejaron de existir en el
país. El gobierno confiará también en que el hambre será tal que le dará a
todos por igual la capacidad de “beneficiar” al animal, sin que aún quede claro
cómo se hará con la disposición de los proverbialmente pestilentes desechos que
estos hermosos animales generan, en una ambiente caracterizado por la reaparición
de enfermedades otrora extintas y la ausencia de desinfectantes. Además, si
bien los conejos se reproducen como tales, también mueren como tales. Los
conejos son propensos a contraer enfermedades propias y comunes, para los que
no hay medicamentos disponibles en un mercado como el venezolano, donde conseguir
una simple aspirina es victoria.
Además de esperar producir nuestra proteína animal, el gobierno
lanza el Plan Quinchoncho, nombre cursi para un problema dramático como lo es
el hambre y la desnutrición que ahora se conocen en Venezuela. El problema con
este plan es que deberemos esperar seis meses para comer, amén de que no queda
claro porqué los agricultores que no vienen produciendo granos por falta de
insumos, comenzarían ahora de producir este otro producto. Con estos programas, el gobierno se ríe en nuestras caras al reducir nuestras necesidades al básico sustento diario a ser cubierto con unos cuantos productos, en espera de que olvidemos la variedad que ya va siendo cada vez más un recuerdo de nuestro pasado, pero que sigue siendo parte del presente de quienes nos dirigen por este despeñadero.
Ellos, que lucen gordos y bien alimentados, difícilmente conseguirían les sirvan
quinchoncho en los restaurantes que frecuentan.
En todo caso, no importa si al
final no hay conejos ni quinchoncho, porque el gobierno se da el lujo de
experimentar ideas trasnochadas en este tubo de ensayo en que se ha convertido
nuestro país. Sus rostros curtidos por el cinismo estarán capacitados para
salir a culpar a un tercero, o simplemente abandonar el tema y jamás volver a
hablar de él, tal y como han hecho en varias oportunidades. Y es que esa es la herramienta constante de política que ha aplicado siempre la revolución:
el olvido. Al fracaso del quinchoncho le seguirá la propuesta de la moringa, así como los conejos vienen a sustituir los gallineros verticales. La guinda a esta sarta de burlas y actos de cinismo son las donaciones de combustible y alimentos a países afectados por los huracanes. No es es que no se deba ser solidarios; es que a nosotros nos vienen destruyendo los huracanes Hugo y Nicolás desde hace años y no solo nadie nos ha ayudado, sino que encima los hemos mantenido.
Hasta ahora, pareciera que el único problema que el gobierno
ha logrado resolver es el de los cupos universitarios: con buena parte de
nuestros jóvenes fuera del país y otra parte abandonando los estudios por
desesperanza o para poder contribuir con el sustento familiar, cupos sobran.
Lástima que ya no queden profesores.
jueves, 21 de septiembre de 2017
ES PEOR EL REMEDIO
Según lo anuncia la prensa, en el
día de ayer llegaron a Venezuela diez millones de unidades de medicamentos de
diversa índole. Así de mal han de estar las cosas que algo tan trivial se
convierte en noticia. Llegan muy tarde para el obrero que falleció hace un par
de días por no tomar sus medicamentos para controlar la epilepsia; llegan tarde
para muchos otros casos de infantes, adultos y ancianos que han muerto por
falta de algo tan básico como un antibiótico o una pastilla para controlar la
tensión arterial.
No sabemos la calidad de los
medicamentos, ni si efectivamente contienen los compuestos que deberían, pero ya
podemos ir dudando de su idoneidad. Las razones son varias.
La primera es su procedencia:
según indican expertos, muchos de estos medicamentos fueron producidos en Cuba,
lo que nos lleva a preguntarnos no solo la capacidad de producción de estos
rubros de ese país suspendido en el tiempo, sino cómo es posible que siendo que
Venezuela se moldea a imagen y semejanza de ese dinosaurio, ellos si puedan
producir algo y nosotros no. ¿Cómo obtienen los insumos? ¿De dónde sale la
tecnología para procesarlos bajo los estándares de calidad apropiados? ¿O será
que solo nos llega moringa en distintas presentaciones? ¿Cómo es posible que
Cuba mantenga un supuesto (de la propaganda roja no se puede dar nada por
sentado) Polo Científico del Oeste de la Habana, conformado por 38
instalaciones y 4000 científicos, mientras que en Venezuela ya no tenemos ni despachadores
en las farmacias sobrevivientes al huracán socialista? Todo parece indicar que el destructor eterno,
de tanto querer emular a su padre ideológico, llevó a Venezuela a una versión
empeorada de Cuba, cosa que no pensábamos fuese posible. Otra prueba de ello es
el que hay relativamente más aerolíneas volando hacia La Habana que hacia
Caracas; pero este es tema para otra oportunidad.
El otro aspecto, que aumenta las
dudas acerca de la calidad de los laboratorios cubanos y la calidad de los
productos que estamos recibiendo, es la presentación de los medicamentos. Según
denuncias, los medicamentos llegaron sin protección contra la luz, lo cual afecta
sus propiedades y compromete su efectividad. Productos que deberían envasarse
en frascos oscuros y/o cajas, llegan sin ambos. ¿Será que entre tanto
científico cubano nadie conoce este detalle? Detalle elemental pero importante
que seguramente es tomado en cuenta en otras circunstancias.
El que guarda en su bolsillo
verde los dólares (o serán yuanes?) del sobreprecio de ésta y otras importaciones,
seguramente compra siempre whisky del más caro, del que viene en envase oscuro
para preservar su sabor y aroma; el mando medio, de bolsillos más reducidos, se
contenta con un ron de muy buena calidad, también en envase oscuro. Y no
digamos el ladrón raso, que con lo que saca de cada maleta que registra en la
frontera, logra comprarse alguna cerveza en botella azul o verde.
Y cuando van a restaurantes finos
o en los duty free de los aeropuertos que con nuestro dinero visitan, prefieren
llevar siempre a casa aceite de oliva en envase oscuro, sólo porque es más caro
y tienen con qué, aunque no entiendan la diferencia entre éste y un aceite en
botella clara. O tal vez sea por las propiedades medicinales del extra virgen
(como si ellos no tuviese vía libre para salir a hospitales del primer mundo al
primer síntoma de resfriado), o para prepararse para las noches de excesos.
Si algo nos ha demostrado este
gobierno, además de que en materia de cinismo e incapacidad su límite es el
cielo, es su espíritu capitalista llevado al extremo, su hambre de dinero. Nos
han demostrado que para ellos, más siempre es mejor, que no basta con haber
robado todo lo que ingresó al país y lo que el narcotráfico y el contrabando
les generaron. Siempre hay espacio para más ceros en la cuenta, siempre que
estén del lado correcto. Nos han demostrado su total falta de humanidad, al poner
a disposición de los ciudadanos medicamentos, alimentos, viviendas, servicios,
etc. no solo de mala calidad, sino en condiciones incluso perjudiciales para la
salud. Basta con ver cómo se derrumban los edificios de la misión vivienda,
antes que el propio gobierno que los construyó.
No puedo pues evitar sentir preocupación
ante este lote de medicamentos, que además escasamente cubrirán por unos días
las necesidades de una parte de la población. Después de todo, la experiencia
me ha demostrado que el único laboratorio cubano que funciona bien es el del G2
que produce discordia, división, desaliento y resignación en mi pueblo.
jueves, 15 de junio de 2017
DEUDAS IMPAGABLES
Hace poco asistí a la
presentación del trabajo de Adolfo Meisel y Julio Romero en el que los autores,
utilizando modelos de supervivencia, intentan desmitificar la mortalidad que
dejó la Guerra de los Mil Días en Colombia, la cual duró entre el 1899 y el
1903 y que incluyó batallas en todo el centro oeste del país. En el conflicto se enfrentaron las fuerzas del gobierno (nacionalistas y conservadores) y el ejército de guerrillas
(liberales), con “victoria” final del primero. Y coloco la victoria entre
comillas pues ésta ocurrió a costa de miles de muertes y la posterior separación de Panamá, para ese
entonces uno de los Departamentos de Colombia. La literatura habla de 100mil
muertos, sobre todo hombres jóvenes, mientras que el estudio estima que a lo
sumo fueron 32mil, lo cual no deja de ser una gran cifra para un país con
apenas cuatro millones de habitantes en ese momento.
Dos pensamientos me distrajeron
durante la presentación. El primero fue verme sentada en una sala atestada de
militares, con ese sentimiento de empatía que los colombianos sienten por sus
soldados. La actividad, organizada por el Banco de la República, se llevó a
cabo en el recién inaugurado Museo Militar de Palonegro de Bucaramanga, razón
por la que asistieron militares de todo
rango. No es la primera vez. Desde el 2016, el proceso de paz ha llevado a que
el ejército esté presente de alguna manera en foros acerca de situaciones en las que las
fuerzas armadas han jugado o pueden
jugar un papel importante. Soldados y
altos mando atentos, amables, dispuestos a ceder su asiento a los civiles,
siempre con trato respetuoso. Me pregunté varias veces durante las dos horas de
la actividad si en Venezuela sería posible tal convivencia, si alguna vez
nuestros militares lograrán lavar sus pecados y ser aceptados por los
ciudadanos de a pie. Lamentablemente, las actuaciones de los cuerpos policiales
y de la GNB, en las que el odio es su divisa y el vandalismo guía sus pasos, me
hacen pensar que no. El cáncer del chavismo ha destruido todas las
instituciones, incluyendo la militar. Cuando la pesadilla termine, si termina, será imprescindible eliminar el poder político
de las fuerzas armadas.
El segundo pensamiento era
precisamente cómo cuantificar no solo la mortalidad, que más o menos se conoce,
sino el costo económico y social en general de esta Batalla de los 1519 días
que lleva el gobierno de Maduro en contra de los ciudadanos venezolanos. En
este proceso sería difícil ignorar el efecto de los años durante los cuales
gobernó su predecesor, en los que se sentaron las bases de muchas de las cosas
que padecemos actualmente. Llegué a la conclusión que los efectos son tantos,
tan variados, tan insospechados y la información tan escasa, tan desvirtuada, que
la tarea se presenta titánica. Incluso
si redujera la ventana del estudio a los últimos 75 días, con sus 74 muertos, no sabría por dónde comenzar. Así me limito a hacer un ejercicio personal
con los aspectos gruesos que logro recordar y que pueden ser ampliados con los aportes que tengan a bien hacer.
Sabemos que uno de los logros del
chavismo ha sido la destrucción del aparato productivo venezolano. Según Consecomercio, unas 500mil empresas han
cerrado en los últimos diez años en el país, 25mil de ellas en el 2015 y 30mil
en el 2016. No en vano la Organización
Internacional del Trabajo, reunida actualmente en Ginebra, concluye que sólo durante
el gobierno de Maduro se han perdido 1.7 millones de empleos: 1.2 en el sector
privado y 0.5 en el sector público. Agréguese a ello el costo de oportunidad
(concepto suficientemente amplio) de
intentar sustituir esta producción por importaciones, la mayoría de las veces a
precios inflados. Las empresas no solo cerraron sino que otras no se crearon. La
inestabilidad económica y la inseguridad política y jurídica han desalentado la
inversión privada, nacional y extranjera. De los capitales recibidos en oscuros
acuerdos con Rusia y China, se desconoce su cuantía y condiciones, por lo que
sólo sabemos que será una deuda que heredarán varias generaciones por venir. Y
dejemos de lado el desmantelamiento de las industrias básicas y petrolera del país,
principales generadoras de divisas.
El primer lugar en materia de
inseguridad en varios rankings mundiales ha costado, literalmente, mucha
sangre. Según el Observatorio Venezolano de Violencia, unas 29mil personas murieron
el año pasado a manos del hampa en nuestro país (91.8 por cada 100mil habitantes).
Y la tasa ha venido creciendo. En esa contradictoria idea de una “revolución pacífica
pero armada” que tanto repetía Chávez, la revolución ha acumulado más de 300mil muertes
violentas de las cuales un tercio son de Maduro. El 69% de las víctimas tiene
entre 15 y 34 años. Esta cifra se estima es superior al número total de muertos
durante la guerra de Irak. Los economistas
son capaces de asignar un valor monetario a la vida, a partir de lo que la persona
podría producir dado su capital humano y esperanza de vida. Sin incluir tablas
de vida, es fácil hacernos una idea de lo que estas personas dejaron de
producir durante su potencial vida laboral y el efecto multiplicador de dicha producción.
Un hecho es cierto: el asesinato es la principal causa de muerte en jóvenes de
entre 10 y 19 años de edad. Deberíamos agregar a estas muertes las
discapacidades que los actos violentos generan, pero desconozco las cifras.
Casi dos millones de venezolanos
han dejado el país desde 1999, cifra altamente significativa si se piensa que
la población de Venezuela es (era?) 30 millones. Es decir, el 6% de la población
está fuera del país. Y la tasa ha venido
creciendo. Sólo en el 2016 abandonaron el país unas 200mil personas. Las
implicaciones de este fenómeno son infinitas y se extienden en el tiempo, sobre
todo por el nivel educativo del emigrante: El 90% de ellos tiene título universitario,
40% tienen maestría y un 10% tienen doctorado. Universidades y hospitales son
afectados directos, pues de allí procede la mayoría de los emigrantes.
Las largas filas por alimentos,
gas, combustible y medicamentos son comunes en Venezuela desde hace ya varios
años. La escasez durante el chavismo era puntual, alternativa y provisional,
pero síntoma ignorado de lo que estaba por venir. Con una escasez de productos básicos
de entre 80 y 100% y una inflación que en 2016 se ubicó por encima del 600%, según estimaciones
de la Asamblea Nacional, los venezolanos pasan una media de tres horas diarias
haciendo cola. Cuánto se deja de producir durante ese tiempo depende también de
varios factores. Pero ya es común el ausentismo laboral que se atribuye a estas
prolongadas esperas, no siempre exitosas.
La estatura se asocia, entre
otros, con calidad de vida. Durante décadas, los alimentos enriquecidos, el creciente acceso a proteínas y el cada vez
mejor y más accesible sistema de salud, hicieron que la estatura promedio del venezolano creciera hasta ubicarnos
entre los más altos en la región. Un estudio de ASOVAC señala que entre 1963 y
1985 los niños venezolanos crecían en promedio entre 1,6 y 1,7 centímetros al año. Entre 1985 y 2011 el crecimiento se redujo a
entre 0,8 y 1,1. En este comportamiento mucho tiene que ver la pobreza. Según
el INE la tasa de pobreza en el país ha ido creciendo, para ubicarse en 33.1%
en 2015, cifra muy conservadora si se la compara con el 73% que arroja los cálculos de la UCAB, la UCV y la USB para
ese año. Así, gracias a la crisis
alimentaria, nos estamos garantizando una (o más?) generaciones de personas
menos productivas y más propensa a enfermedades.
Y hablando de enfermedades, el
deterioro de los infraestructura sanitaria y, más recientemente, las
dificultades de acceso a medicamentos esenciales y especializados, así como la
pérdida por migración de personal médico altamente capacitado y el bajo nivel
de los médicos que genera la revolución, son culpables de un número desconocido
de muertes. Algunas cifras permiten anticipar la magnitud del problema. El
informe que le costó el puesto a la anterior ministra de salud habla de un
incremento en la mortalidad infantil del 30% (más de 11mil niños durante 2016).
Malaria, difteria, tuberculosis, erradicadas hace años, son ahora causas
frecuente de defunción. Una vez más cabe preguntarnos cuánto valen todas estas
vidas que se pierden a tan temprana edad. La diabetes, enfermedades renales, cáncer,
hipertensión son ahora sentencias de muerte seguras. Aun así, el orgullo del gobierno
le impide permitir un canal humanitario y reporta como gran noticia la entrega
de cajas, tipo clap, con los materiales necesarios para intervenciones quirúrgicas
básicas.
Hace tiempo que nuestros
estudiantes no logran cubrir todos los contenidos de los programas educativos,
tanto por disturbios como por la inadecuada planificación de los múltiples procesos
electorales que pretendían darle visos democráticos a la dictadura. En el
pasado, estos procesos implicaban la pérdida de, a lo sumo, dos días para la
toma y acondicionamiento de planteles educativos para los procesos de votación.
Este plazo es ahora de dos semanas y se hace sin intentar minimizar su impacto
en el cronograma escolar. Una prueba de ello es la convocatoria a la ANC para
el 30 de julio, lo que ha obligado a recortar el ya maltrecho año escolar. Las universidades logran, con mucho esfuerzo,
completar un semestre por año. Las
causas de estas pérdidas son las protestas, racionamiento eléctrico,
inestabilidad en la planta profesoral, pérdida de personal, abandono de la educación
por razones económicas, entre otros. El hombre nuevo del chavismo es sin duda
menos preparado que las generaciones anteriores que huyen de la anarquía y la
violencia.
No se conoce a ciencia cierta la
cantidad de dólares en las cuentas rojas en el exterior, pero con saldos nada
rojos, no obstante las arengas de Chávez en contra de la riqueza y del imperio.
Esta oscura cifra se diluye por el
manejo discrecional de las importaciones, de las divisas en un escenario de tipo de
cambio controlado y por la ausencia de cifras y la no rendición de cuentas. Y
es que no solo no sabemos cuánto robaron de los 2,9 billones de dólares que
ingresaron al país por renta petrolera sino que, como se dijo antes, no se
conoce el paradero de los préstamos de
China y Rusia, del oro en reserva, entre
otros. Lo único que sabemos es que el nuevo hombre al
mando de la revolución es rico y le gusta vivir en Estados Unidos, donde sus
bienes pueden ser congelados.
Otras cifras no son menos
importantes. La periodista Rocío San Miguel estima que la represión de los últimos
dos meses y medio cuesta, solo en bombas lacrimógenas, unos 40mil dólares diarios.
¿Cuánto no se habría podido hacer en el país con los tres millones de dólares
literalmente evaporados en el aire en estos setenta y tantos días? Agreguemos a
ello, otro tipo de armamento, las tanquetas que acaban de llegar al país y las lacrimógenas
que llegarán de Brasil (vaya apoyo!!) para poder seguir adelante con esta
masacre, con tal de no tener que rendir cuentas por todos estos y otros crímenes.
Y el ingrediente novedoso del también nuevo hombre: la destrucción de la
propiedad privada (apartamentos, vehículos, espacios públicos, etc), incluyendo
mascotas.
Hay otras deudas del chavismo que
no tienen precio. El dolor por la separación familiar y sus consecuencias la
podemos entender bien los hijos de inmigrantes, quienes nunca pudimos compartir
con abuelos, tíos y primos. La incertidumbre ante la vida, el desaliento ante
un futuro incierto, la destrucción de la moral del venezolano, el tener que
cargar con la cruz de tener un gobierno narcotraficante y el desmantelamiento
de la institucionalidad.
Este es el listado corto del
precio que estamos pagando todos los venezolanos por la decisión de un grupo inconsciente,
caprichoso, resentido y, tristemente, bien educado de venezolanos, que un día
decidió experimentar con nuestro futuro y puso con los votos a quien intentó hacerse
del poder por las balas.A mis ojos, ellos son tan culpables como los bandidos que nos gobiernan. Solo espero que entre sus filas, el costo sea aún
mayor, aunque no me hago ilusiones.
sábado, 20 de mayo de 2017
TIEMPOS DE COSECHA
Recientemente se han suscitado diversos "ataques" a hijos y demás familiares de revolucionarios venezolanos que, por razones de estudio o residencia, están radicados
en el extranjero, privados de las bondades del gobierno venezolano que,
literalmente, los mantiene lejos. Si bien hay evidencia de que estas
personas se encuentran a lo largo y ancho del mundo, no se sabe de ningún
chavista que haya enviado a sus hijos y/o familiares a Cuba o a Corea del
Norte, lo cual les permitiría un acercamiento a lo que se ha sembrado en Venezuela.
No entiendo por qué esos padres han pasado por alto ese detalle y se han
arriesgado incluso a tener descendencia con ciudadanía americana!!! Pero donde hayan ido, allá consiguen
a algún venezolano. O mejor dicho, algún venezolano los consigue y les ayuda a
darse cuenta de lo que se están perdiendo por no vivir en su tierra, poniéndolos al tanto de los logros
de la evolución.
Son varias las voces que se han
alzado en contra de estos "ataques", bajo el argumento de que los hijos no tienen
la culpa de los actos de sus padres. No son culpables, es verdad, pero tampoco son
inocentes. Si fuesen niños, sería comprensible. Pero el chavismo lleva tantos
años en el poder que ya todos sus herederos han crecido y son capaces de darse
cuenta de que sus padres son culpables de brindarles a ellos un futuro
excelente, a cambio de la destrucción total de un pueblo. El destino promisorio
de unos pocos favorecidos a cambio del destino de una nación entera. Estas
personas están en edad de entender quiénes son sus familiares y están obligados
a reaccionar, a menos que sean de la misma calaña. Incluso si nunca abren un periódico
venezolano, en el exterior
se logran ver más canales que el patético Telesur y la realidad les debe dar en la
cara, aunque no quieran. No será sin duda que la censura que sus padres
aplican en Venezuela le llegue a ellos. Las redes sociales son indetenibles, para tristeza de Conatel. Ya
no estamos en la edad media y, aunque el chavismo nos quiera llevar de vuelta
al siglo XIX (el gobierno se toma en serio eso de la onda retro), el resto del mundo se mantiene en el siglo XXI. Allá logran ver un mundo diferente, un
gobierno que actúa de manera diferente, lo que los debe llevar a cuestionar la
legalidad de los actos de sus padres y la de los recursos que les permiten
permanecer allá fuera cómodamente, mientras el país muere de hambre y mengua.
Al igual que a nosotros, a estos jóvenes
les debe asaltar la duda acerca de por qué el gobierno mantiene a sus hijos en
el exterior y cómo lo hace. El porqué tiene que ver con la supuesta ideología
de nuestros gobernantes y el cómo se mete hasta en nuestros bolsillos. ¿Por qué
no tenerlos en Venezuela, siendo que el gobierno está orgulloso de sus logros
en materia de educación, salud, alimentación, seguridad, etc? ¿Será que en el
exterior, incluso si es el imperio, se está mejor? Eso explicaría el que
Estados Unidos tenga bienes que embargar a estos señores. Porque esa
es la pregunta clave: ¿por qué y cómo tienen
propiedades en el exterior? Marisabel dijo que envió a su hija a París porque en Venezuela era acosada. ¿Por unos pocos escuálidos?, porque eso solía decir su papá, que éramos pocos y con adjetivo. ¿No debería es nimiedad ser opacada por el amor de la supuesta mayoría que idolatra a la hija del autor de todo esto? Lamentablemente, los ciudadanos comunes no podemos enviar afuera a nuestros hijos, burlados y despreciados por el padre del chavismo en cadena nacional, acosados por el hambre, la inseguridad y la incertidumbre acerca de su
futuro, suponiendo tengan alguno.
La otra pregunta es el cómo.
¿Cómo hacen estos padres para sostener a sus hijos en el exterior, pagando
matrículas, vivienda y guardaespaldas, en un sistema que restringe el acceso a
dólares. Los cargos públicos no pagan sueldo que permitan tales lujos. Los
cargos públicos no dan para hacerse rico, al menos no legalmente. Y ellos allá
afuera se deben dar cuenta de ese detalle. Una persona que antes era un ciudadano
común, un profesional de clase media o
un chofer de metro de clase baja, que llega a ser ministro o presidente no se
vuelve rico, si solo recibe su sueldo. Puede que mejore su situación, pero no
como para mantener familia en el extranjero por años y, encima, comprar casas,
carros y mantener cuentas en dólares con muchos ceros… a la derecha. Y no todos tenemos sobrinos famosos. Que son ricos de cuna… Ahh, entonces la cuarta no los trató
tan mal. Y ¿cómo un rico apoya un gobierno que critica la acumulación de
riqueza? Eso es ir en contra de sí mismo.
Nuestro país no será nunca el
mismo. Los dineros robados no regresarán, los muertos no revivirán, las familias
quedarán desmembradas, pero enderezaremos el rumbo y volveremos a entrar al
siglo XXI, así sea con años de atraso
con respecto al resto del mundo y con respecto a lo que fuimos. Lo importante
es que el caos actual ayude a que los resentidos con lo apoyaron y que pusieron
en el poder a estos bandidos, aprendan que las cosas se ganan, no se roban; aprendan
que no es justo quitarle algo al que se lo ha ganado con su esfuerzo. Si eso es
lo que han estado esperando, su turno al bate para robar, entonces los que lo llevó
a votar por Chávez no fue su ideología, sino el ladrón que llevan por dentro.
Este caos, esta implosión del chavismo, también debe obligar al aterrizaje forzoso de aquellos que todavía sueñan
con el socialismo, los chavistas que creen que Maduro desvirtuó el rumbo del piloto original. El capitalismo tiene sus fallas, pero el socialismo ha fracasado
y empobrecido a todos los países que lo han intentado. Me duele escuchar el
nombre de Venezuela en la lista que incluye a Corea del Norte y Siria. Pero
allí es donde los chavista nos han llevado, aun si ahora están asustados al ver
el monstruo que ayudaron a fortalecer. “La mejor política social es y será una
buena política económica”.
El odio que cosechan los chavista
ahora, es fruto de la semilla que sembraron cuando, por años humillaron, segregaron,
insultaron y vejaron al que no los apoyaba y a todo aquél que despertó en el
camino. Por desgracia para ellos y su prole, este odio no es biodegradable: se
mantiene en el tiempo y llega a formar parte de nuestros genes, por lo que
incluso se hereda, lo se por experiencia. Al terminar la guerra, alemanes alrededor del mundo fueron
despreciados por el solo hecho de ser alemanes, incluso si eran víctimas de sus
propios gobernantes. El centurión que crucificó a Cristo fue maldecido por
siete generaciones, ¿por cuántas
generaciones serán perseguidos los chavistas?
Como dije, estos hijos de…
chavistas no son inocentes. Al igual que sus padres, son culpables, aunque de otro
crimen: la complicidad y la indiferencia. No lamento el castigo que están recibiendo. Se agotan los espacios debajo de las piedras, allí es donde se esconden las culebras.
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