miércoles, 25 de octubre de 2017

LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE ZUMETA

A raíz de los resultados de las regionales, pensé que una solución muy particular para salir de la pesadilla chavista era conformar una nueva república, la República Independiente de Zumeta, o cualquier combinación que los nombres de los estados Zulia, Mérida y Táchira permita. Esta idea me pareció que contaría con el apoyo del Zulia, estado que en el pasado ya ha hecho ruido al respecto, en serio jugando, e incluso con el del propio Maduro, quien tan vehemente criticó al imperio español por oponerse a las intenciones separatistas de Cataluña.

La república de Zumeta sería nuestra salvación (bueno, la de los que en esos estados vivimos). Contaría con producción petrolera, agricultura y ganadería, turismo, universidades, frontera con Colombia, apertura al mar y otras riquezas que no por no incluirlas en esta lista son menos valiosas. Tendríamos un vecino molesto (Venezuela), pero sus problemas serían de “ellos”, por lo que podríamos comenzar a crear los nuestros, a la par que iríamos resolviendo los que pudiésemos heredar.

Comenzaríamos por crear nuestras nuevas leyes. Quedaría terminantemente prohibido el acceso a todo venezolano de corazón más rojo de lo común y bolsillo verde, más aún si la vestimenta es del mismo color que el bolsillo, a fin de evitar que la semilla del mal se implante de nuevo en el territorio recién creado. Se prohibirían las boinas rojas y las estrellas podrían utilizarse, sólo si no vienen solas y son de cierto color. Se prohibiría la entrada de todo aquél venezolano que, habiendo logrado alcanzar un nivel de vida superior al de sus padres gracias a haber recibido educación y salud gratuitas de calidad desde su niñez, apoyó de manera sistemática la destrucción que retrocedió al país a los años 1950s (por ahora). Con estas prohibiciones básicas, tendríamos un escenario atractivo para la inversión doméstica e internacional, para llevarnos de nuevo al futuro que para otros países ya es pasado y comenzar así, a partir del 2018 a caminar con el tiempo, nunca en su contra.

Pensaba con mucha ilusión que en esta nueva república podría mostrarle a mis nietos cosas sencillas que formaron parte de mi niñez y la de mis hijos y que permiten agregarle calidad de vida incluso al más humilde: sentarse a conversar en una plaza, hacer un picnic en un parque o a la orilla de un río, caminar por un bosque o hundir los pies descalzos en una playa solitaria, jugar una caimanera en una cancha pública, en fin actividades cuyo disfrute no implicaba mayores costos, si alguno, y que entretenían por igual al rico y al pobre, o ambos simultáneamente. También pensaba que en esa nueva república podría volver a estar en mi casa, celebrar cumpleaños en familia con la mesa más o menos llena, según las posibilidades; recuperar los miembros de esta familia de inmigrantes italianos que recientemente han tenido que seguir los pasos de sus abuelos y bisabuelos y que en los últimos años han abandonado la única tierra que conocían para irse a probar fortuna en otras partes (47% de mi familia de sangre se encuentra fuera del país; todos, excepto yo misma, se fueron este año). En fin, recuperar esos pequeños detalles de la vida que han caído en el olvido ante la perentoriedad de conseguir alimentos y medicinas y, literalmente, no morir en el intento.

Las posibilidades de iniciar un movimiento separatista se vinieron abajo con la decisión de los gobernadores de Táchira y Mérida, entre otros, de rebajarse a ser juramentados ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) argumentando pretextos que solo les sirven para justificarse ante su propia conciencia. Escuchando los comentarios de la gobernadora electa del Táchira acerca de cuánto le pidió el pueblo que aceptara esta humillación, no pude sino sentir lástima. Dudo mucho que haya tenido tiempo para hacer la consulta a la que aduce y, ante todo está la dignidad personal, la del cargo y la de la región que representa.

Todos teníamos claro que las elecciones se harían de forma deshonesta por parte de quien pone las normas, antes, durante y después del propio proceso electoral; que el gobierno no le perdonaría a la oposición el tener que desprenderse de algunas gobernaciones para maquillar un poco un proceso fraudulento; sabíamos que se crearían instituciones paralelas, con más recursos que las originales. Era necesario participar, no para hacernos de algunas gobernaciones y quitarle poder al gobierno, sino para obligarlo a hacer trampa y no dejarle el camino abierto. En el proceso, era posible que varias o todas las gobernaciones "ganadas" se perdieran, ya sea con la maquinita de votos de Tibisay & Co, o con artimañas como la juramentación ante un organismo falso como la ANC. Votar o no fue una decisión difícil; cualquier curso de acción encontraría críticas. Supongo que tampoco debe haberles sido fácil  ir a la ANC y someterse a ella pero, decía Mae West, entre dos males, siempre hay que escoger el que no se ha probado nunca. Y al gobierno ya se le conoce.

Estos cuatro gobernadores, devenidos en parias mal vistos en ambos lados del espectro político, no tuvieron tiempo suficiente para pensar las consecuencias que su acto de sumisión le acarreará a futuro, más allá de los insultos actuales, la risita de Delcy Rodríguez y el retiro del apoyo político. No puedo imaginarme cómo mirarán a los ojos de los miembros del consejo legislativo que los adversa y que conocen su disposición a arrodillarse, o con qué cara se presentarán ante cualquier otra institución, independientemente de su color político. Deberán repetir el estribillo de estos días donde vayan, en espera de convencer a alguien. Mientras tanto, pueden pasar a formar parte del chavismo, siempre abierto a recibir a cualquier persona con deseos de poder, sin requisitos de conciencia. En ese bando, necesitado de adeptos, parece que los saltos de talanquera se olvidan con rapidez.

El gobierno ha entendido que, si la oposición se reúne y se toma su tiempo para alcanzar decisiones consensuadas, se hace fuerte y logra quitarle terreno al oficialismo, razón por la cual la ha forzado a tomar decisiones en caliente, planteándole encrucijadas que sólo el oficialismo conoce con anticipación. En este preciso momento, mientras nosotros nos sentimos traicionados por la desacertada decisión de estos  gobernadores, el gobierno apenas si se toma el tiempo de saborear su victoria (traducida en atomización de la oposición y destrucción de la fe en el voto y en el futuro). En estos momentos, ellos están pensando en la próxima encrucijada a la que enfrentarán a la oposición.

De haber conocido el chavismo, sin duda Cicerón no habría concluido que la ignorancia de los males venideros es más útil que su conocimiento. Sabemos que nos gobiernan cobardes pues, como dicen los árabes, la crueldad es la fuerza de los cobardes. Y tenemos algún que otro árabe en el poder. Hay que aprender a anticipar sus movimientos y hacerles frente con un criterio único. Pero debemos darnos prisa, antes de que nos acostumbremos al mal y aprendamos a convivir con él.

lunes, 2 de octubre de 2017

CONEJO CON QUINCHONCHO

Aunque parezca imposible, recientemente se han sucedido algunos anuncios y actuaciones por parte del gobierno de Nicolás Maduro que resultan doblemente asombrosos. Lo de doblemente obedece a tanto el contenido de los anuncios como al hecho de que aún quede espacio para el asombro, no obstante el continuo ejercicio de idiotez, cinismo e irresponsabilidad al que nos tiene acostumbrados la revolución.

Por un lado, está el desparpajo con el que los representantes gubernamentales niegan la crisis en el país, crisis que ya abarca todos los ámbitos de la vida cotidiana: alimentación, salud, educación, transporte, comunicación, seguridad, etc. Todos esos ámbitos han sucumbido a la incompetencia gubernamental, lo que ha hecho que en medio de la riqueza se multiplique la pobreza. Ya no es posible en esta “potencia” alimentaria conseguir ni siquiera un kilo de azúcar,  no obstante las varias centrales azucareras del gobierno;  una cama donde dar a luz, no obstante la supuesta socialización de la salud; un bulto de cemento, no obstante ser este un sector de exclusivo control del Estado desde la expropiación de las cementeras por parte del Destructor Eterno. Tampoco es posible lograr conectarse por internet o hacer de manera fácil y exitosa una simple llamada telefónica nacional, no obstante haber lanzado al espacio varios satélites y ser el gobierno el total controlador del espectro comunicacional.

Difícil también es hacerse de combustible para los vehículos en esta “potencia energética”, a pesar de que este es un bien cuya producción y distribución está bajo el poder total y exclusivo del Estado. El contrabando de extracción hacia Colombia, que ha existido desde el origen mismo de la actividad petrolera en nuestro país, durante décadas no causó tanto estrago, probablemente porque las fronteras abiertas no estaban custodiadas por los artífices de dicho contrabando. ¿No sería justo que las fuerzas armadas le rindieran cuenta al Estado por su incapacidad y así obligar al retiro de todos los “in-efectivos” de la frontera?  En este ejercicio diario del caradurismo, ya se asoman otros culpables de efecto instantáneo. El sólo anuncio de las sanciones de Trump  a funcionarios revolucionarios causó escasez de combustible y alimentos en el país, al igual que los huracanes del Caribe afectaron las comunicaciones y la distribución de gasolina sin  haber tocado costas venezolanas. El gas también tiene tiempo siendo un bien escaso, incluso antes de Trump y María. Esta lista se puede extender a absolutamente cualquier rubro o servicio, todos con el mismo resultado: baja o nula disponibilidad no obstante la participación del gobierno en su producción, importación y/o generación.  El cáos total en medio del creciente control. 

En este país de riquezas, donde solo en el transcurso del último año la liquidez monetaria se ha quintuplicado, el gobierno se las ha ingeniado para que también haya escasez de dinero. De nuevo, el “culpable” externo apunta hacia Colombia, como si la inmensa demanda en efectivo para el pago del comercio ilícito en la frontera bajo el amparo de los hombres de verde no tuviese impacto. Y es que los verdes cobran en efectivo y hacen sus compras también en efectivo. Según mis cálculos de ya hace más de un año, un sólo caserío cercano a la frontera le generaba para ese entonces a la guardia seis millones de bolívares semanales en vacuna para el ordeño de vehículos. Todo pagado en efectivo. 

Ahora el gobierno, en un abierto ejercicio de desprecio hacia su pueblo, además de ignorancia, propone la cría de conejos para solventar los problemas de alimentación. Bajo el lema de “los conejos se reproducen como conejos” y “un conejo no es una mascota sino 2 kilos de carne”, el gobierno nos empuja al primitivismo de tener que producir en casa nuestro propio sustento, dando al traste con siglos de división del trabajo y desarrollo económico.  Suponiendo la dudosa buena fe del autor de la política, es de esperar que  se haya contemplado alimentar los conejos con el pasto altamente contaminado que ahora crece en aceras e islas, pues las alcaldías no tienen con qué hacer mantenimiento, lo que contribuiría con el ornato de la ciudad. Los concentrados para animales hace tiempo dejaron de existir en el país. El gobierno confiará también en que el hambre será tal que le dará a todos por igual la capacidad de “beneficiar” al animal, sin que aún quede claro cómo se hará con la disposición de los proverbialmente pestilentes desechos que estos hermosos animales generan, en una ambiente caracterizado por la reaparición de enfermedades otrora extintas y la ausencia de desinfectantes. Además, si bien los conejos se reproducen como tales, también mueren como tales. Los conejos son propensos a contraer enfermedades propias y comunes, para los que no hay medicamentos disponibles en un mercado como el venezolano, donde conseguir una simple aspirina es victoria.

Además de esperar producir nuestra proteína animal, el gobierno lanza el Plan Quinchoncho, nombre cursi para un problema dramático como lo es el hambre y la desnutrición que ahora se conocen en Venezuela. El problema con este plan es que deberemos esperar seis meses para comer, amén de que no queda claro porqué los agricultores que no vienen produciendo granos por falta de insumos, comenzarían ahora de producir este otro producto. Con estos programas, el gobierno se ríe en nuestras caras al reducir nuestras necesidades al básico sustento diario a ser cubierto con unos cuantos productos, en espera de que olvidemos  la variedad que ya va siendo cada vez más un recuerdo de nuestro pasado, pero que sigue siendo parte del presente de quienes nos dirigen por este despeñadero. Ellos, que lucen gordos y bien alimentados, difícilmente conseguirían les sirvan quinchoncho en los restaurantes que frecuentan.

En todo caso, no importa si al final no hay conejos ni quinchoncho, porque el gobierno se da el lujo de experimentar ideas trasnochadas en este tubo de ensayo en que se ha convertido nuestro país. Sus rostros curtidos por el cinismo estarán capacitados para salir a culpar a un tercero, o simplemente abandonar el tema y jamás volver a hablar de él, tal y como han hecho en varias oportunidades. Y es que esa es la herramienta constante de política que ha aplicado siempre la revolución: el olvido. Al fracaso del quinchoncho le seguirá la propuesta de la moringa, así como los conejos vienen a sustituir los gallineros verticales.  La guinda a esta sarta de burlas y actos de cinismo son las donaciones de combustible y alimentos a países afectados por los huracanes. No es es que no se deba ser solidarios; es que a nosotros nos vienen destruyendo los huracanes Hugo y Nicolás desde hace años y no solo nadie nos ha ayudado, sino que encima los hemos mantenido.

Hasta ahora, pareciera que el único problema que el gobierno ha logrado resolver es el de los cupos universitarios: con buena parte de nuestros jóvenes fuera del país y otra parte abandonando los estudios por desesperanza o para poder contribuir con el sustento familiar, cupos sobran. Lástima que ya no queden profesores.

jueves, 21 de septiembre de 2017

ES PEOR EL REMEDIO

Según lo anuncia la prensa, en el día de ayer llegaron a Venezuela diez millones de unidades de medicamentos de diversa índole. Así de mal han de estar las cosas que algo tan trivial se convierte en noticia. Llegan muy tarde para el obrero que falleció hace un par de días por no tomar sus medicamentos para controlar la epilepsia; llegan tarde para muchos otros casos de infantes, adultos y ancianos que han muerto por falta de algo tan básico como un antibiótico o una pastilla para controlar la tensión arterial.

No sabemos la calidad de los medicamentos, ni si efectivamente contienen los compuestos que deberían, pero ya podemos ir dudando de su idoneidad. Las razones son varias.

La primera es su procedencia: según indican expertos, muchos de estos medicamentos fueron producidos en Cuba, lo que nos lleva a preguntarnos no solo la capacidad de producción de estos rubros de ese país suspendido en el tiempo, sino cómo es posible que siendo que Venezuela se moldea a imagen y semejanza de ese dinosaurio, ellos si puedan producir algo y nosotros no. ¿Cómo obtienen los insumos? ¿De dónde sale la tecnología para procesarlos bajo los estándares de calidad apropiados? ¿O será que solo nos llega moringa en distintas presentaciones? ¿Cómo es posible que Cuba mantenga un supuesto (de la propaganda roja no se puede dar nada por sentado) Polo Científico del Oeste de la Habana, conformado por 38 instalaciones y 4000 científicos, mientras que en Venezuela ya no tenemos ni despachadores en las farmacias sobrevivientes al huracán socialista?  Todo parece indicar que el destructor eterno, de tanto querer emular a su padre ideológico, llevó a Venezuela a una versión empeorada de Cuba, cosa que no pensábamos fuese posible. Otra prueba de ello es el que hay relativamente más aerolíneas volando hacia La Habana que hacia Caracas; pero este es tema para otra oportunidad.

El otro aspecto, que aumenta las dudas acerca de la calidad de los laboratorios cubanos y la calidad de los productos que estamos recibiendo, es la presentación de los medicamentos. Según denuncias, los medicamentos llegaron sin protección contra la luz, lo cual afecta sus propiedades y compromete su efectividad. Productos que deberían envasarse en frascos oscuros y/o cajas, llegan sin ambos. ¿Será que entre tanto científico cubano nadie conoce este detalle? Detalle elemental pero importante que seguramente es tomado en cuenta en otras circunstancias.

El que guarda en su bolsillo verde los dólares (o serán yuanes?) del sobreprecio de ésta y otras importaciones, seguramente compra siempre whisky del más caro, del que viene en envase oscuro para preservar su sabor y aroma; el mando medio, de bolsillos más reducidos, se contenta con un ron de muy buena calidad, también en envase oscuro. Y no digamos el ladrón raso, que con lo que saca de cada maleta que registra en la frontera, logra comprarse alguna cerveza en botella azul o verde.

Y cuando van a restaurantes finos o en los duty free de los aeropuertos que con nuestro dinero visitan, prefieren llevar siempre a casa aceite de oliva en envase oscuro, sólo porque es más caro y tienen con qué, aunque no entiendan la diferencia entre éste y un aceite en botella clara. O tal vez sea por las propiedades medicinales del extra virgen (como si ellos no tuviese vía libre para salir a hospitales del primer mundo al primer síntoma de resfriado), o para prepararse para las noches de excesos.

Si algo nos ha demostrado este gobierno, además de que en materia de cinismo e incapacidad su límite es el cielo, es su espíritu capitalista llevado al extremo, su hambre de dinero. Nos han demostrado que para ellos, más siempre es mejor, que no basta con haber robado todo lo que ingresó al país y lo que el narcotráfico y el contrabando les generaron. Siempre hay espacio para más ceros en la cuenta, siempre que estén del lado correcto. Nos han demostrado su total falta de humanidad, al poner a disposición de los ciudadanos medicamentos, alimentos, viviendas, servicios, etc. no solo de mala calidad, sino en condiciones incluso perjudiciales para la salud. Basta con ver cómo se derrumban los edificios de la misión vivienda, antes que el propio gobierno que los construyó.


No puedo pues evitar sentir preocupación ante este lote de medicamentos, que además escasamente cubrirán por unos días las necesidades de una parte de la población. Después de todo, la experiencia me ha demostrado que el único laboratorio cubano que funciona bien es el del G2 que produce discordia, división, desaliento y resignación en mi pueblo. 

jueves, 15 de junio de 2017

DEUDAS IMPAGABLES

Hace poco asistí a la presentación del trabajo de Adolfo Meisel y Julio Romero en el que los autores, utilizando modelos de supervivencia, intentan desmitificar la mortalidad que dejó la Guerra de los Mil Días en Colombia, la cual duró entre el 1899 y el 1903 y que incluyó batallas en todo el centro oeste del país.  En el conflicto se enfrentaron  las fuerzas del gobierno (nacionalistas y  conservadores) y el ejército de guerrillas (liberales), con “victoria” final del primero. Y coloco la victoria entre comillas pues ésta ocurrió a costa de miles de muertes  y la posterior separación de Panamá, para ese entonces uno de los Departamentos de Colombia. La literatura habla de 100mil muertos, sobre todo hombres jóvenes, mientras que el estudio estima que a lo sumo fueron 32mil, lo cual no deja de ser una gran cifra para un país con apenas cuatro millones de habitantes en ese momento.
Dos pensamientos me distrajeron durante la presentación. El primero fue verme sentada en una sala atestada de militares, con ese sentimiento de empatía que los colombianos sienten por sus soldados. La actividad, organizada por el Banco de la República, se llevó a cabo en el recién inaugurado Museo Militar de Palonegro de Bucaramanga, razón por la que asistieron  militares de todo rango. No es la primera vez. Desde el 2016, el proceso de paz ha llevado a que el ejército esté presente de alguna manera  en foros acerca de situaciones en las que las fuerzas armadas  han jugado o pueden jugar un papel importante.  Soldados y altos mando atentos, amables, dispuestos a ceder su asiento a los civiles, siempre con trato respetuoso. Me pregunté varias veces durante las dos horas de la actividad si en Venezuela sería posible tal convivencia, si alguna vez nuestros militares lograrán lavar sus pecados y ser aceptados por los ciudadanos de a pie. Lamentablemente, las actuaciones de los cuerpos policiales y de la GNB, en las que el odio es su divisa y el vandalismo guía sus pasos, me hacen pensar que no. El cáncer del chavismo ha destruido todas las instituciones, incluyendo la militar. Cuando la pesadilla termine, si termina,  será imprescindible eliminar el poder político de las fuerzas armadas.
El segundo pensamiento era precisamente cómo cuantificar no solo la mortalidad, que más o menos se conoce, sino el costo económico y social en general de esta Batalla de los 1519 días que lleva el gobierno de Maduro en contra de los ciudadanos venezolanos. En este proceso sería difícil ignorar el efecto de los años durante los cuales gobernó su predecesor, en los que se sentaron las bases de muchas de las cosas que padecemos actualmente. Llegué a la conclusión que los efectos son tantos, tan variados, tan insospechados y la información tan escasa, tan desvirtuada, que la tarea se presenta titánica.  Incluso si redujera la ventana del estudio a los últimos 75 días, con sus 74 muertos,  no sabría por dónde comenzar.  Así me limito a hacer un ejercicio personal con los aspectos gruesos que logro recordar y que pueden ser ampliados con los aportes que tengan a bien hacer.
Sabemos que uno de los logros del chavismo ha sido la destrucción del aparato productivo venezolano.  Según Consecomercio, unas 500mil empresas han cerrado en los últimos diez años en el país, 25mil de ellas en el 2015 y 30mil en el 2016.  No en vano la Organización Internacional del Trabajo, reunida actualmente en Ginebra, concluye que sólo durante el gobierno de Maduro se han perdido 1.7 millones de empleos: 1.2 en el sector privado y 0.5 en el sector público. Agréguese a ello el costo de oportunidad (concepto suficientemente  amplio) de intentar sustituir esta producción por importaciones, la mayoría de las veces a precios inflados. Las empresas no solo cerraron sino que otras no se crearon. La inestabilidad económica y la inseguridad política y jurídica han desalentado la inversión privada, nacional y extranjera. De los capitales recibidos en oscuros acuerdos con Rusia y China, se desconoce su cuantía y condiciones, por lo que sólo sabemos que será una deuda que heredarán varias generaciones por venir. Y dejemos de lado el desmantelamiento de las industrias básicas y petrolera del país, principales generadoras de divisas.  
El primer lugar en materia de inseguridad en varios rankings mundiales ha costado, literalmente, mucha sangre. Según el Observatorio Venezolano de Violencia, unas 29mil personas murieron el año pasado a manos del hampa en nuestro país (91.8 por cada 100mil habitantes). Y la tasa ha venido creciendo. En esa contradictoria idea de una “revolución pacífica pero armada” que tanto repetía Chávez, la  revolución ha acumulado más de 300mil muertes violentas de las cuales un tercio son de Maduro. El 69% de las víctimas tiene entre 15 y 34 años. Esta cifra se estima es superior al número total de muertos durante la guerra de Irak.  Los economistas son capaces de asignar un valor monetario a la vida, a partir de lo que la persona podría producir dado su capital humano y esperanza de vida. Sin incluir tablas de vida, es fácil hacernos una idea de lo que estas personas dejaron de producir durante su potencial vida laboral y el efecto multiplicador de dicha producción. Un hecho es cierto: el asesinato es la principal causa de muerte en jóvenes de entre 10 y 19 años de edad. Deberíamos agregar a estas muertes las discapacidades que los actos violentos generan, pero desconozco las cifras.   
Casi dos millones de venezolanos han dejado el país desde 1999, cifra altamente significativa si se piensa que la población de Venezuela es (era?) 30 millones. Es decir, el 6% de la población está fuera del país.  Y la tasa ha venido creciendo. Sólo en el 2016 abandonaron el país unas 200mil personas. Las implicaciones de este fenómeno son infinitas y se extienden en el tiempo, sobre todo por el nivel educativo del emigrante: El 90% de ellos tiene título universitario, 40% tienen maestría y un 10% tienen doctorado. Universidades y hospitales son afectados directos, pues de allí procede la mayoría de los emigrantes.
Las largas filas por alimentos, gas, combustible y medicamentos son comunes en Venezuela desde hace ya varios años. La escasez durante el chavismo era puntual, alternativa y provisional, pero síntoma ignorado de lo que estaba por venir. Con una escasez de productos básicos de entre 80 y 100% y una inflación que en  2016 se ubicó por encima del 600%, según estimaciones de la Asamblea Nacional, los venezolanos pasan una media de tres horas diarias haciendo cola. Cuánto se deja de producir durante ese tiempo depende también de varios factores. Pero ya es común el ausentismo laboral que se atribuye a estas prolongadas esperas, no siempre exitosas.
La estatura se asocia, entre otros, con calidad de vida. Durante décadas, los alimentos enriquecidos,  el creciente acceso a proteínas y el cada vez mejor y más accesible sistema de salud, hicieron que la estatura  promedio del venezolano creciera hasta ubicarnos entre los más altos en la región. Un estudio de ASOVAC señala que entre 1963 y 1985 los niños venezolanos crecían en promedio  entre 1,6 y 1,7 centímetros al año.  Entre 1985 y 2011 el crecimiento se redujo a entre 0,8 y 1,1. En este comportamiento mucho tiene que ver la pobreza. Según el INE la tasa de pobreza en el país ha ido creciendo, para ubicarse en 33.1% en 2015, cifra muy conservadora si se la compara con el 73% que arroja  los cálculos de la UCAB, la UCV y la USB para ese año.  Así, gracias a la crisis alimentaria, nos estamos garantizando una (o más?) generaciones de personas menos productivas y más propensa a enfermedades.
Y hablando de enfermedades, el deterioro de los infraestructura sanitaria y, más recientemente, las dificultades de acceso a medicamentos esenciales y especializados, así como la pérdida por migración de personal médico altamente capacitado y el bajo nivel de los médicos que genera la revolución, son culpables de un número desconocido de muertes. Algunas cifras permiten anticipar la magnitud del problema. El informe que le costó el puesto a la anterior ministra de salud habla de un incremento en la mortalidad infantil del 30% (más de 11mil niños durante 2016). Malaria, difteria, tuberculosis, erradicadas hace años, son ahora causas frecuente de defunción. Una vez más cabe preguntarnos cuánto valen todas estas vidas que se pierden a tan temprana edad. La diabetes, enfermedades renales, cáncer, hipertensión son ahora sentencias de muerte seguras. Aun así, el orgullo del gobierno le impide permitir un canal humanitario y reporta como gran noticia la entrega de cajas, tipo clap, con los materiales necesarios para intervenciones quirúrgicas básicas.
Hace tiempo que nuestros estudiantes no logran cubrir todos los contenidos de los programas educativos, tanto por disturbios como por la inadecuada planificación de los múltiples procesos electorales que pretendían darle visos democráticos a la dictadura. En el pasado, estos procesos implicaban la pérdida de, a lo sumo, dos días para la toma y acondicionamiento de planteles educativos para los procesos de votación. Este plazo es ahora de dos semanas y se hace sin intentar minimizar su impacto en el cronograma escolar. Una prueba de ello es la convocatoria a la ANC para el 30 de julio, lo que ha obligado a recortar el ya maltrecho año escolar.  Las universidades logran, con mucho esfuerzo, completar un semestre por año.  Las causas de estas pérdidas son las protestas, racionamiento eléctrico, inestabilidad en la planta profesoral, pérdida de personal, abandono de la educación por razones económicas, entre otros. El hombre nuevo del chavismo es sin duda menos preparado que las generaciones anteriores que huyen de la anarquía y la violencia.
No se conoce a ciencia cierta la cantidad de dólares en las cuentas rojas en el exterior, pero con saldos nada rojos, no obstante las arengas de Chávez en contra de la riqueza y del imperio.  Esta oscura cifra se diluye por el manejo discrecional de las importaciones,  de las divisas en un escenario de tipo de cambio controlado y por la ausencia de cifras y la no rendición de cuentas. Y es que no solo no sabemos cuánto robaron de los 2,9 billones de dólares que ingresaron al país por renta petrolera sino que, como se dijo antes, no se conoce  el paradero de los préstamos de China y Rusia,  del oro en reserva, entre otros.   Lo único que sabemos es que el nuevo hombre al mando de la revolución es rico y le gusta vivir en Estados Unidos, donde sus bienes pueden ser congelados.
Otras cifras no son menos importantes. La periodista Rocío San Miguel estima que la represión de los últimos dos meses y medio cuesta, solo en bombas lacrimógenas, unos 40mil dólares diarios. ¿Cuánto no se habría podido hacer en el país con los tres millones de dólares literalmente evaporados en el aire en estos setenta y tantos días? Agreguemos a ello, otro tipo de armamento, las tanquetas que acaban de llegar al país y las lacrimógenas que llegarán de Brasil (vaya apoyo!!) para poder seguir adelante con esta masacre, con tal de no tener que rendir cuentas por todos estos y otros crímenes. Y el ingrediente novedoso del también nuevo hombre: la destrucción de la propiedad privada (apartamentos, vehículos, espacios públicos, etc), incluyendo mascotas.
Hay otras deudas del chavismo que no tienen precio. El dolor por la separación familiar y sus consecuencias la podemos entender bien los hijos de inmigrantes, quienes nunca pudimos compartir con abuelos, tíos y primos. La incertidumbre ante la vida, el desaliento ante un futuro incierto, la destrucción de la moral del venezolano, el tener que cargar con la cruz de tener un gobierno narcotraficante y el desmantelamiento de la institucionalidad.
Este es el listado corto del precio que estamos pagando todos los venezolanos por la decisión de un grupo inconsciente, caprichoso, resentido y, tristemente, bien educado de venezolanos, que un día decidió experimentar con nuestro futuro y puso con los votos a quien intentó hacerse del poder por las balas.A mis ojos, ellos son tan culpables como los bandidos que nos gobiernan.  Solo espero que entre sus filas, el costo sea aún mayor, aunque no me hago ilusiones.



sábado, 20 de mayo de 2017

TIEMPOS DE COSECHA

Recientemente se han suscitado diversos "ataques" a hijos y demás familiares de revolucionarios venezolanos que, por razones de estudio o residencia, están radicados en el extranjero,  privados de las bondades del gobierno venezolano que, literalmente, los mantiene lejos. Si bien hay evidencia de que estas personas se encuentran a lo largo y ancho del mundo, no se sabe de ningún chavista que haya enviado a sus hijos y/o familiares a Cuba o a Corea del Norte, lo cual les permitiría un acercamiento a lo que se ha sembrado en Venezuela. No entiendo por qué esos padres han pasado por alto ese detalle y se han arriesgado incluso a tener descendencia con ciudadanía americana!!! Pero donde hayan ido, allá consiguen a algún venezolano. O mejor dicho, algún venezolano los consigue y les ayuda a darse cuenta de lo que se están perdiendo por no vivir en su tierra, poniéndolos al tanto de los logros de la evolución.

Son varias las voces que se han alzado en contra de estos "ataques", bajo el argumento de que los hijos no tienen la culpa de los actos de sus padres. No son culpables, es verdad, pero tampoco son inocentes. Si fuesen niños, sería comprensible. Pero el chavismo lleva tantos años en el poder que ya todos sus herederos han crecido y son capaces de darse cuenta de que sus padres son culpables de brindarles a ellos un futuro excelente, a cambio de la destrucción total de un pueblo. El destino promisorio de unos pocos favorecidos a cambio del destino de una nación entera. Estas personas están en edad de entender quiénes son sus familiares y están obligados a reaccionar, a menos que sean de la misma calaña. Incluso si nunca abren un periódico venezolano, en el exterior se logran ver más canales que el patético Telesur y la realidad les debe dar en la cara, aunque no quieran. No será sin duda que la censura que sus padres aplican en Venezuela le llegue a ellos. Las redes sociales son indetenibles, para tristeza de Conatel. Ya no estamos en la edad media y, aunque el chavismo nos quiera llevar de vuelta al siglo XIX (el gobierno se toma en serio eso de la onda retro), el resto del mundo se mantiene en el siglo XXI. Allá logran ver un mundo diferente, un gobierno que actúa de manera diferente, lo que los debe llevar a cuestionar la legalidad de los actos de sus padres y la de los recursos que les permiten permanecer allá fuera cómodamente, mientras el país muere de hambre y mengua.

Al igual que a nosotros, a estos jóvenes les debe asaltar la duda acerca de por qué el gobierno mantiene a sus hijos en el exterior y cómo lo hace. El porqué tiene que ver con la supuesta ideología de nuestros gobernantes y el cómo se mete hasta en nuestros bolsillos. ¿Por qué no tenerlos en Venezuela, siendo que el gobierno está orgulloso de sus logros en materia de educación, salud, alimentación, seguridad, etc? ¿Será que en el exterior, incluso si es el imperio, se está mejor? Eso explicaría el que Estados Unidos tenga bienes que embargar a estos señores. Porque esa es la pregunta clave: ¿por qué y cómo tienen  propiedades en el exterior? Marisabel dijo que envió a su hija a París porque en Venezuela era acosada. ¿Por unos pocos escuálidos?, porque eso solía decir su papá, que éramos pocos y con adjetivo. ¿No debería es nimiedad ser opacada por el amor de la supuesta mayoría que idolatra a la hija del autor de todo esto? Lamentablemente, los ciudadanos comunes no podemos enviar afuera a nuestros hijos, burlados y despreciados por el padre del chavismo en cadena nacional,  acosados por el hambre, la inseguridad y la incertidumbre acerca de su futuro, suponiendo tengan alguno.

La otra pregunta es el cómo. ¿Cómo hacen estos padres para sostener a sus hijos en el exterior, pagando matrículas, vivienda y guardaespaldas, en un sistema que restringe el acceso a dólares. Los cargos públicos no pagan sueldo que permitan tales lujos. Los cargos públicos no dan para hacerse rico, al menos no legalmente. Y ellos allá afuera se deben dar cuenta de ese detalle. Una persona que antes era un ciudadano común, un profesional  de clase media o un chofer de metro de clase baja, que llega a ser ministro o presidente no se vuelve rico, si solo recibe su sueldo. Puede que mejore su situación, pero no como para mantener familia en el extranjero por años y, encima, comprar casas, carros y mantener cuentas en dólares con muchos ceros… a la derecha. Y no todos tenemos sobrinos famosos. Que son ricos de cuna… Ahh, entonces la cuarta no los trató tan mal. Y ¿cómo un rico apoya un gobierno que critica la acumulación de riqueza? Eso es ir en contra de sí mismo.

Nuestro país  no será nunca el mismo. Los dineros robados no regresarán, los muertos no revivirán, las familias quedarán desmembradas, pero enderezaremos el rumbo y volveremos a entrar al siglo XXI, así sea  con años de atraso con respecto al resto del mundo y con respecto a lo que fuimos. Lo importante es que el caos actual ayude a que los resentidos con lo apoyaron y que pusieron en el poder a estos bandidos, aprendan que las cosas se ganan, no se roban; aprendan que no es justo quitarle algo al que se lo ha ganado con su esfuerzo. Si eso es lo que han estado esperando, su turno al bate para robar, entonces los que lo llevó a votar por Chávez no fue su ideología, sino el ladrón que llevan por dentro. Este caos, esta implosión del chavismo, también debe obligar al aterrizaje forzoso de aquellos que todavía sueñan con el socialismo, los chavistas que creen que Maduro desvirtuó el rumbo del piloto original. El capitalismo tiene sus fallas, pero el socialismo ha fracasado y empobrecido a todos los países que lo han intentado. Me duele escuchar el nombre de Venezuela en la lista que incluye a Corea del Norte y Siria. Pero allí es donde los chavista nos han llevado, aun si ahora están asustados al ver el monstruo que ayudaron a fortalecer. “La mejor política social es y será una buena política económica”.

El odio que cosechan los chavista ahora, es fruto de la semilla que sembraron cuando, por años humillaron, segregaron, insultaron y vejaron al que no los apoyaba y a todo aquél que despertó en el camino. Por desgracia para ellos y su prole, este odio no es biodegradable: se mantiene en el tiempo y llega a formar parte de nuestros genes, por lo que incluso se hereda, lo se por experiencia. Al terminar la guerra, alemanes alrededor del mundo fueron despreciados por el solo hecho de ser alemanes, incluso si eran víctimas de sus propios gobernantes. El centurión que crucificó a Cristo fue maldecido por siete generaciones, ¿por cuántas generaciones serán perseguidos los chavistas?

Como dije, estos hijos de… chavistas no son inocentes. Al igual que sus padres, son culpables, aunque de otro crimen: la complicidad y la indiferencia. No lamento el castigo que están recibiendo. Se agotan los espacios debajo de las piedras, allí es donde se esconden las culebras.