Según lo anuncia la prensa, en el
día de ayer llegaron a Venezuela diez millones de unidades de medicamentos de
diversa índole. Así de mal han de estar las cosas que algo tan trivial se
convierte en noticia. Llegan muy tarde para el obrero que falleció hace un par
de días por no tomar sus medicamentos para controlar la epilepsia; llegan tarde
para muchos otros casos de infantes, adultos y ancianos que han muerto por
falta de algo tan básico como un antibiótico o una pastilla para controlar la
tensión arterial.
No sabemos la calidad de los
medicamentos, ni si efectivamente contienen los compuestos que deberían, pero ya
podemos ir dudando de su idoneidad. Las razones son varias.
La primera es su procedencia:
según indican expertos, muchos de estos medicamentos fueron producidos en Cuba,
lo que nos lleva a preguntarnos no solo la capacidad de producción de estos
rubros de ese país suspendido en el tiempo, sino cómo es posible que siendo que
Venezuela se moldea a imagen y semejanza de ese dinosaurio, ellos si puedan
producir algo y nosotros no. ¿Cómo obtienen los insumos? ¿De dónde sale la
tecnología para procesarlos bajo los estándares de calidad apropiados? ¿O será
que solo nos llega moringa en distintas presentaciones? ¿Cómo es posible que
Cuba mantenga un supuesto (de la propaganda roja no se puede dar nada por
sentado) Polo Científico del Oeste de la Habana, conformado por 38
instalaciones y 4000 científicos, mientras que en Venezuela ya no tenemos ni despachadores
en las farmacias sobrevivientes al huracán socialista? Todo parece indicar que el destructor eterno,
de tanto querer emular a su padre ideológico, llevó a Venezuela a una versión
empeorada de Cuba, cosa que no pensábamos fuese posible. Otra prueba de ello es
el que hay relativamente más aerolíneas volando hacia La Habana que hacia
Caracas; pero este es tema para otra oportunidad.
El otro aspecto, que aumenta las
dudas acerca de la calidad de los laboratorios cubanos y la calidad de los
productos que estamos recibiendo, es la presentación de los medicamentos. Según
denuncias, los medicamentos llegaron sin protección contra la luz, lo cual afecta
sus propiedades y compromete su efectividad. Productos que deberían envasarse
en frascos oscuros y/o cajas, llegan sin ambos. ¿Será que entre tanto
científico cubano nadie conoce este detalle? Detalle elemental pero importante
que seguramente es tomado en cuenta en otras circunstancias.
El que guarda en su bolsillo
verde los dólares (o serán yuanes?) del sobreprecio de ésta y otras importaciones,
seguramente compra siempre whisky del más caro, del que viene en envase oscuro
para preservar su sabor y aroma; el mando medio, de bolsillos más reducidos, se
contenta con un ron de muy buena calidad, también en envase oscuro. Y no
digamos el ladrón raso, que con lo que saca de cada maleta que registra en la
frontera, logra comprarse alguna cerveza en botella azul o verde.
Y cuando van a restaurantes finos
o en los duty free de los aeropuertos que con nuestro dinero visitan, prefieren
llevar siempre a casa aceite de oliva en envase oscuro, sólo porque es más caro
y tienen con qué, aunque no entiendan la diferencia entre éste y un aceite en
botella clara. O tal vez sea por las propiedades medicinales del extra virgen
(como si ellos no tuviese vía libre para salir a hospitales del primer mundo al
primer síntoma de resfriado), o para prepararse para las noches de excesos.
Si algo nos ha demostrado este
gobierno, además de que en materia de cinismo e incapacidad su límite es el
cielo, es su espíritu capitalista llevado al extremo, su hambre de dinero. Nos
han demostrado que para ellos, más siempre es mejor, que no basta con haber
robado todo lo que ingresó al país y lo que el narcotráfico y el contrabando
les generaron. Siempre hay espacio para más ceros en la cuenta, siempre que
estén del lado correcto. Nos han demostrado su total falta de humanidad, al poner
a disposición de los ciudadanos medicamentos, alimentos, viviendas, servicios,
etc. no solo de mala calidad, sino en condiciones incluso perjudiciales para la
salud. Basta con ver cómo se derrumban los edificios de la misión vivienda,
antes que el propio gobierno que los construyó.
No puedo pues evitar sentir preocupación
ante este lote de medicamentos, que además escasamente cubrirán por unos días
las necesidades de una parte de la población. Después de todo, la experiencia
me ha demostrado que el único laboratorio cubano que funciona bien es el del G2
que produce discordia, división, desaliento y resignación en mi pueblo.