A raíz del fin de las dictaduras en Túnez y Egipto, varios han intentado comparar las circunstancias que rodearon tales caídas con las condiciones en las que se encuentra actualmente Venezuela. Y es que la tentación es mucha ciertamente.
No puede negarse que existen ciertos rasgos comunes: nuestra población también es joven (56,5 de los venezolanos tienen menos de 24 años y 20% está entre los 15 y 24 años). Tenemos un alto nivel de desempleo, especialmente entre los jóvenes, escondido detrás de una baja cifra oficial gracias al empleo informal (46%) y al subempleo. Cerca del 17% de nuestros muchachos de entre 15 y 24 años de edad que no forman parte de la fuerza laboral, es decir que no están empleados ni desempleados, no estudian. Los egipcios se quejaban de alimentos escasos y costosos. En el 2010 tuvimos la inflación más alta a nivel mundial, no obstante todos los controles de precios y el PIB lleva dos años con crecimiento negativo, a lo que le podemos agregar que el índice de salarios ha caído por 17 trimestres consecutivos. Y no hablemos de desabastecimiento, pues parece que hasta nos van a racionar el producto con el que se nos asocian en todo el mundo: la gasolina. Cabe acotar que todo esto está basado en cifras oficiales del INE y BCV. Así, que si los jóvenes de aquellos países estaban descontentos con su situación económica y sentían que no tenían futuro, los nuestros están igual, a excepción de aquellos pagados para decir que están bien. Hasta aquí vamos igual.
Pero aquí comienzan las diferencias. El elemento desencadenante de toda la inestabilidad en la que se encuentran el Medio Oriente es la desesperación de un buhonero, Muhammad Bouazizi, a quien se le impidió seguir vendiendo su mercancía (frutas), demostrando que no hace falta una fuerte caiga en el mercado de alimentos para desestabilizar una nación. En Venezuela, el desalojo de buhoneros de manera violenta es ya práctica común. Yo misma casi fue arrollada hace poco por tres motorizados (con sus respectivos parrilleros) que llegaron intempestivamente a desalojar a una señora que vendía rodajas de piña en Sabana Grande, justo cuando yo pasaba frente a ella. Afortunadamente la señora, acostumbrada seguramente a este trato, se resignó a mirar como uno de patrulleros cargaba con su fruta. Me pregunto ¿qué habrán hecho con lo decomisado?
En el plano político, Mubarak tenía en el poder más de 30 años, en parte, según parece, gracias al apoyo del gobierno de los Estados Unidos, quien le suministraba cerca dos mil millones de dólares anuales. Nuestro presidente lleva doce años en el gobierno y no sabemos que reciba apoyo alguno del imperio, a menos que tanto insulto hacia ese país no sea sino un amague para disimular, lo cual explicaría muchas cosas. ¿Podemos contar como apoyo el que buena parte de nuestros ingresos provengan de la venta de petróleo a Estados Unidos?
Una vez iniciada las protestas, Mubarak se aferró al poder tres semanas más, mientras Egipto se venía abajo tras el cierre de toda actividad económica y financiera. En Venezuela, Chávez ha hecho caso omiso a los continuos paros, generales o específicos, que a lo largo de todos estos años han tenido lugar, así como tampoco le importó en su momento el paro general que condujo al despido masivo de los trabajadores de PDVSA, paro éste del que el propio presidente dijo ser artífice a fin de propiciar una “limpieza” dentro de la empresa, pero que no obstante fue largamente utilizado como argumento del oficialismo para esconder su ineptitud. En ambos casos, cuando el pueblo salió a manifestar contra las pésimas condiciones económicas, y contra las arbitrariedades y las ansias de poder de su gobernante, algunos partidarios del gobierno comenzaron a disparar contra la población civil, en Venezuela lo hicieron desde Puente LLaguno; en Egipto, en la Plaza El Tahrir. A ambos presidentes se le ofreció la renuncia… “la cual aceptó”. Cabe acotar que en ese momento, el ejército venezolano se negó a atacar a la población civil. Igualmente, el pueblo egipcio sintió que el ejército era su aliado y de hecho éste no actuó de maneta violenta o represiva. Y aquí otra posible diferencia: En la Venezuela de ahora no sólo sabemos de lado de quién está el ejército, comandado por un general ascendido por después de “contraer matrimonio” con el proceso. También sabemos que, en caso de que al ejército se le ocurra obedecer la Constitución, existe ya un contingente armado de manera abierta y sin escondites para hacerle frente al enemigo, es decir, los propios venezolanos.
Al igual que los egipcios, nuestros jóvenes recurren a las redes sociales para algo más que socializar. Pero, a diferencia de Mubarak, quien intentó bloquear y controlar el internet después de iniciada la revuelta, nuestro presidente ha intentado hacerlo desde hace tiempo, y seguramente lo hará con mayor énfasis ahora que conoce el poder de tales medios.
No, definitivamente Chávez tiene razón, él no es como Mubarak, ni Venezuela es Egipto. Tal vez debamos movernos más al oeste de África, justo entre Egipto y Túnez, si queremos hacer comparaciones: Moammar Gadafi es un dictador a quien no le importa atacar a los suyos con tal de seguir en el poder, el cual ostenta desde hace 42 años. Su gobierno autoritario se escuda detrás de un supuesto sistema de democracia directa llamado Jamahiriya, o estado de las masas. El gobierno de la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista, recurre al millón de individuos que forman parte de las fuerzas armadas del país, para controlar los 6.4 millones de habitantes con que cuenta la nación. A diferencia de lo ocurrido con sus vecinos, Gadafi ha ordenado una violenta represión contra los manifestantes y su propio hijo ha asegurado que habrá un fuerte derramamiento de sangre. Por suerte el ejército, al menos parte de él, parece no estar tan “casado” con el proceso político que lidera Gadafi. ¿Qué tal será el matrimonio hace poco anunciado entre Rangel Silva y el que lidera nuestro(¿) proceso?
La ley Duvalier, recientemente aprobada en Suiza para impedir que dictadores y afines, que han saqueado y empobrecido sus países, disfruten de un plan de retiro más que holgado, ya le ha congelado los fondos a Mubarak. Esperemos poder recuperar parte del dinero que nos han robado a los venezolanos cuando al actual gobierno le toquen el timbre de salida.
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